sábado, 21 de mayo de 2016

Locutorio



(...)




tiemblo, como las hojas del árbol
de la esquina
cada vez que recibo tus mensajes de texto
quisiera huir a tus brazos,
transformarme en un velocista desesperado
y serían para vos todas las medallas
tontos regalos para que me cuentes
cada instante de la noche,
de nuestra noche, para que me digas
cómo vas a hacer
para hacerme el amor a mí,
que estoy hecho una piltrafa y
resucito por tus ojos y termino de trabajar
como lázaro
lanzado a tu encuentro



Patricio Foglia.

Eres

Eres aire, eres luz, eres viento.
Eres ruido, eres rayos de sol, eres cielo.

Eres un colibrí, eres una paloma, eres un árbol.
Eres la lluvia, eres frío, eres calor, eres estrella,
eres universo.

Eres cenizas, eres humo, eres paz.


(Te voy a extrañar, cuando llegue la hora del mate y no te escuche cantar).

martes, 10 de mayo de 2016

Una vez más

Dejame que me equivoque. Dejame que lo vuelva intentar.
Una, dos, mil veces más.

Martes con gusto a café

Es un martes nublado, acaba de lloviznar. Estoy inmersa en el silencio de mi casa. Vaya, que es un barrio tranquilo. Por lo menos ésta parte de Caballito.

Hace dos días que no voy a trabajar porque estoy un poco engripada. Llegué a exagerar, bromeando por supuesto, que me asemejo a Sandro (ja!).

Me hice un café, dulce. No soy de tomar seguido, pero hoy necesitaba olerlo. Viste que son de esos aromas que estimulan el olfato.

Me puse a pensar en muchas asuntos. A veces, no es tanto cómo contamos las cosas, sino cómo nos la tomamos.
Después de comentar tanto algo, pierde la importancia o la gravedad porque lo procesas de una manera diferente.
Todo el mundo puede aconsejarte o decirte cómo hacer las cosas. O venderte su opinión de modo que hasta podes confundirte con lo que de verdad querés.

"La gente siempre patea para el otro lado", me dijeron una vez. Entonces hasta en un punto, llegué a desconcertarme. Pero bastó con enfrentar lo que me inquietaba y darme cuenta que quería seguir quedándome. Que acepto la realidad como algo pasajero, que si bien me inquieta, sé que puede cambiar. A perder el miedo a decir lo que siento por temer a perder algo. Nadie deja de querer de un día al otro y tampoco es la idea. Sino hablar para mejorar.

Llego a la conclusión de que sirvo mejor escribiendo que hablando, no pueden interrumpirme, sólo en todo caso dejarían de leer algo que yo ya sé que dije y que está plasmado.
¿Hasta qué punto sirve la ayuda que intentan brindarnos?

domingo, 24 de abril de 2016

Dormido

Tengo un par de versitos para recitarte, mientras te veo dormir.
(quedate a mi lado para siempre)

Un ratito con vos.

Regalame un matecito más; un abrazo que me corra hasta el rayito de sol.
Ese que atraviesa mi ventana, hasta que los ícaros toquen mi remera.

Cantame al oído
Contame de qué forma ves las nubes, ¿qué ves?

Bailame con la mirada, sosteneme el alma.
Reite, que los pocitos en tus mejillas me enamoran más.

Dame un beso y olvidate del mundo.

Ahora solo somos vos y yo.

sábado, 23 de abril de 2016

Vasos rotos

No pongas más expectativas en mí, no las puedo sostener.
No puedo más.

No pongas más el peso de tus pensamientos sobre mis hombros.

No trates que tus responsabilidades las conviertas en mis culpas, porque no es así.

No siempre las cosas son como vos quisieras, como yo tampoco.
Uno trata de ayudar como puede, como le sale, hasta donde el pecho aguante.

No siempre logramos llenar el vaso que los demás tienen vacío. Sólo con lo que podemos, y como siempre... No es suficiente.
Tiraste el vaso a la mierda, lo rompiste en mil pedazos y te fuiste.

Puntos cardinales

Quiero llegar al norte de tu anatomía para ahogarme en un beso tuyo.
Encontrar tu boca, la humedad de tu lengua, sentir tu respiración agitada recorriendo mis oídos.
Mi piel se eriza, como si estuviera escuchando una guitarra de Spinetta.

Lograr el imposible, que el este y el oeste se unan; abrazado mi figura.
Presagiar esa calidez, hervir de pasión.
Sentir tu pecho en el mío.
Caminar de punta a punta con la mirada en tu piel; resoplar la sustancia de tu aroma, una y otra vez.
Sin empalagarme. Quiero hundirme en vos.

Transitar la ruta del sur, suavemente on mis manos hasta tu sexo.
¿Quién sabe nuestro deseo?
Sólo te escucho jadear. Sólo te quiero, en mi.
Saborearte, disfrutarte, volar en mis sentidos.

Entro en vos, entrás en mí. Repetidamente.
Rápido, lento. La velocidad de esta pasión no tiene límite.
Sólo escucho la música de tus latidos, cierro los ojos.
Resuena la sinfonía erótica... Me dejo caer en vos.

Te sentí, me dejé llevar. Quiero pasear tu cuerpo otra vez.


sábado, 26 de marzo de 2016

Tanto esfuerzo

Qué bronca da cuando nos esforzamos mucho en cambiar algo que no sólo afecta a los demás, sino que mayoritariamente a uno mismo, y la otra persona no lo ve. Entonces de a poco y de manera sutil lo vas modificando. Evitas actitudes que antes provocaban un malestar, quitas acciones, las revertis por algo positivo porque sabes que la idea es cambiar, en una situación usual, el resultado. Que no sea el caos de siempre.
Lo difícil que es modificar una actitud que hace años uno la tiene, por inseguridad, por costumbre, por auto flagelo, porque se siente menos entonces cuando te demuestran amor: dudás.

Dudas de la sinceridad, de cada acto de amor (lo hace por costumbre? Lo siente?) porque así de rebuscada fui siempre y me costó el triple que a los demas, conseguir lo que quería. Pero por mi, por mi culpa, mi propia actitud para con los demás y soy totalmente responsable de eso.

Y cuando el clik se hace en tu cabeza y te das cuenta que ya no sirve mantener esa postura, porque trae desgracias, miserias, malestar, stress, nervios, angustias, etc, tratas de cambiarlo.
Cuando aparece alguna frase que te desacomoda, es cuando tenés que pensar y actuar. Si sabes que como te comportabas antes no funcionaba, cambiemos el método para lograr un producto diferente que pueda quedarse en el tiempo.

Pero si te sentís chicaneado, que te pinchen donde te duele, ahí en donde estás intentando cambiar... Molesta, duele.
Ves que si estás cambiando es para mejorar una relación con algún par. Y posiblemente esa/s persona/s están muy acostumbrados a esa lacra que te sentías antes, por cada reacción que tenías, que igualmente te aceptaron. Por una simple minimización de los hechos, el sin cesar de los actos en cada ocasión. Pero qué feo acostumbrarse así. Peor aún es que no te sientas valorado. Por dentro y por fuera dejamos tantas cosas por alguien, por simple bienestar, apego o porque la felicidad del otro a uno lo reconforta y te olvidas de vos mismo. De lo que sentís, de lo que sos, te da miedo oponerte, decir que sentís, que pensas y qué querés. 

Siempre digo, nada malo es crónico, sólo pasajero. Quizás uno intente cambiar pero la/s otra/s personas te quieran poner a prueba. ¿Pero por qué, mierda? Por seguridad a sí mismo? Por apego justamente? Por egoísmo? No lo sé.
Todavía no existe la máquina de meterse en la mente de las personas y tampoco quisiera, la mío es un laberinto en el que yo misma estoy perdida.

jueves, 24 de marzo de 2016

Irme lejos

Quisiera mudarme de todo pensamiento negativo. Quisiera abrir las ventanas de mi cabeza y escapar.
Quisiera tener la mente liviana, tranquila.

Pero ellos vienen hacia mi, hacia nosotras: mi cabeza y yo.

Ya es difícil evitarlos; hubo días que fue fácil contraponerse a ellos. Sentir que ganaba.

Pero es inseguridad. Y si estás inseguro, estás indefenso, débil, incompleto, vulnerable, indeciso, desconfiado.

Apelmazada con mis propios pensamientos. Vaya a saber uno qué sucede en la mente, qué lugar tan inestable será. ¿De qué quieren hacerme dar cuenta?

jueves, 10 de marzo de 2016

Me gusta

Me gusta cuando camino por la calle y veo dos viejitos de la mano. Me pregunto cuál será su secreto.
Me gusta cuando un perro paseado por su dueño me salta y me besuquea la mano. Me encantaría vivir el día a día como él.

Me gusta descubrir un sonido nuevo, detrás de una canción que me gusta. Sobre todo cuando se me eriza la piel al escucharla.
Me gusta el olor a libertad, ese que emanan los árboles en la plaza.
Me gusta caminar por la vereda del sol los días de frío. Siento la calidez de la naturaleza que acaricia mi piel.

Me gusta ver en la plaza una parejita de niños, viviendo un romance adolescente, a pesar de que sea efímero o no.
Me gusta ver que la gente logre sus metas, cumpla sus sueños. Cuando le brillan los ojos de felicidad hasta la emoción.

Me gusta la gente que llora por alegría, hasta doler la panza y no poder más.
Me gustan pisar las hojas en otoño, en una calle vacía y escuchar mis pasos al caminar.
Me gusta la gente que lee en los colectivos.

Me gusta ver personas que se sientan en un bar solos a mirar por la ventana.
Me gustan las miradas cómplices de dos enamorados.

Encontrando todo lo lindo en la sencillez.

martes, 8 de marzo de 2016

¿Me voy a morir?

Hoy decidí que quiero un cambio en mi vida, en mis actitudes, en lo personal.
Estoy leyendo un libro que se llama En Cambio, de Estanislao Bachrach, es cual es sumamente recomendado por mí. Sinceramente, me está ayudando muchísimo a poder superar muchas cosas, a cambiar actitudes y adquirir buenos hábitos.

Lo primero, es conscientizarse que los cambios no son de un día para otro (más para personas tan ansiosas, como yo). Que es todo un proceso que debemos llevar a cabo. Lo mejor es reconocer qué tipo de acciones nuestras, que llevamos a cabo en el día a día y pocas veces nos damos cuenta, no nos sirven en el presente y tampoco lo harán en el futuro (los malos hábitos)

Este libro contiene una serie de ejercicios para lograr aquéllo que queremos cambiar. Además, me sentí muy identificada con los episodios personales que contaba el escritor, muchos de ellos yo también los viví.

De haber leído este libro hace unos años, creo que me hubiera ayudado bastante. Pero bueno, causalidad de la vida. Hoy estoy contenta de estar llegando al final de este gran escrito.

Automáticamente, nuestra mente (cerebro) en muchos momentos del día, nos hace adquirir pensamientos negativos e irracionales (si los tendré...). Los cuales hay que saber de dónde, por qué y cuándo vienen, cuál es el detonante, el disparador de los mismos y lo más importante es darse cuenta que, justamente, son infundados e irracionales ya que no forman parte de la realidad.

Cuando tuve ataques de pánico, constantemente sufrí el síntoma de Muerte inminente. Me sentía alerta todo el tiempo, pensaba que cualquier cosa que me pasara, cualquier dolor de cabeza, de estómago, contractura, mareo o desmayo me iba a provocar la muerte. Y sí, fui muy extremista siempre y más en esa época. Tuve mucho miedo de salir a la calle por meses, sin embargo algo en mi todavía me impulsaba a salir y ponerle ovarios a la situación.
Otras veces, mi cabeza proporcionaba pensamientos tales como mis amigas no me quieren - Mi novio ya no me ama, me va a dejar - Mi mamá también se va a morir - Yo me voy a morir - ¿y si me desmayo en la facultad y me muero? - Voy a quedarme sola y si me pasa algo nadie me va a ayudar - etc... Tengo una lista terminable (por suerte) de cosas que hoy me generan una cierta gracia porque ya las supere en su mayoría. Todas distorsiones cognitivas, en términos psicológicos.

Me sentía incómoda conmigo, observada por los demás y notaba que mi familia estaba impotente frente a la situación, ya que todo estaba en mi cabeza.

La terapia me ayudó mucho, de a poco me dí cuenta que todos esos miedos que tenía, era el trasfondo de mi mayor miedo: la muerte. Porque me di cuenta que desde chica que vengo sufriendo pérdidas importantes (dos amigas, mi Abuelo y Mi Papá) y que lógicamente, era normal temerle a la muerte, sentir que el mínimo dolor de cabeza podía provocarme un ACV o lo que en verdad era una contractura en el pecho, era el momento de sufrir un infarto.

Sí, mi mente fue capaz de todo eso y mucho más. No puedo explicar realmente cómo se siente un ataque de pánico para las personas que nunca tuvieron la suerte de tenerlo. Pero sí, puedo decirles que se asemeja a tener un escalofrío en la espalda, sudor intenso, demasiada ansiedad, sensación de irrealidad (como si estuviera soñando), perdida del espacio, temblores, mareos, muchísimo miedo, taquicardia y esta sensación de muerte inminente que les conté antes. Todo eso en un máximo de 10 minutos (la duración de un ataque de pánico).

Estuve casi dos meses yendo a la psicóloga hasta que un día en una sesión me dijo que pruebe realizando una consulta con un psiquiatra porque veía que el bajón se iba acrecentando, que de 40 minutos de sesión lloraba todo ese tiempo. Y siempre fui de esas personas que juzgó a la gente (y lo admito, pero cuando era más pendeja boluda) pensando que si uno iba a un psicólogo o psiquiatra está loco... Y me veía ahí, a mi misma, teniendo miedo de volverme totalmente loca.

Me tuvieron que dar dos pastillas para regular la ansiedad y la depresión, las cuales estaba totalmente negada, hasta me daba miedo decirle a mi novio que yo estaba pasando por toda esta situación, porque justamente temía que deje de quererme, que piense que me estaba volviendo loca y me iba a dejar... Cosa que claramente, ahí estaba teniendo un pensamiento negativo automático. Por suerte, tengo la felicidad que él fue una de las personas, junto con mi vieja y mi abuela, que me salvaron de todo esto, me ayudaron a seguir adelante y jamás me dejaron sola y mucho menos bajar los brazos. Por supuesto que hubieron muchas otras personas que me acompañaron en este camino negro que tuve, ellos saben quiénes son.

Por suerte el tratamiento de las pastillas, duró menos de cinco meses. Y jamás volvieron. Ésto, fue en el año 2013.

Así pasaron unos meses y sigo teniendo la noción de que las pastillas que me daban eran totalmente psicológicas, nunca pensé que una droga farmacológica podía regularte el ánimo de esa manera, que se yo... Comencé a sentirme bien porque empecé a progresar en muchos aspectos. Comencé la facultad, mi relación amorosa se fortalecía aún más y más, volví a pisar boliches y bares, leí mucho, hablé, me desahogué, lloré todo eso que tenía guardado, acepté muchas cosas más y hoy veo el vaso medio lleno de la vida. Pude volver a ser feliz.

Se sale, gente. Yo pude hacerlo, conozco muchas personas que lo hicieron y otras que todavía están encaminadas en la lucha. Lo que les puedo decir es que busquen ayuda, no tengan vergüenza, es normal que, en los tiempos en los que vivimos, muchas circunstancias nos provoquen estas crisis de ansiedad, depresión y stress por sobre todas las cosas. Pero lo más importante es que lo agarren a tiempo, que tengan un rato en el día para ustedes para hacer lo que más feliz los haga, hacer ejercicio, que genera que el organismo libere endorfinas, aprendan cosas nuevas (deportes, artes, idiomas, lo que sea), hablen con sus seres queridos (pareja, amigos, familia, compañeros de trabajo, de estudio, etc) que no son molestia para ellos, siempre van a estar para ayudarlos, no se queden estancados acumulando situaciones que generen stress en exceso porque no es sano, gente. Saquen toda la mierda, de una manera sana y que les sirva para mejorar.

No creí que iba a terminar hablando de este tema, que tan fuerte es para mi, porque me marcó una etapa tremenda en mi vida. Pero vieron que cuando uno se ceba escribiendo, salen cosas así y me gusta. Lo mejor de nuestra vida es aceptarla en sus negros, grises y blancos. ¿No creen?.

Y los que pasamos por esto, sí... El fantasmita siempre va a estar dando vuelta y nosotros alerta. Pero por lo menos ya tenemos las herramientas suficientes para evitarlos y/o saberlos llevar.

domingo, 6 de marzo de 2016

De trabajo, amores y futuro

Cómo cuesta el cambio, siempre lo digo y no me canso.
A veces soy tan impulsiva. Digo cosas y callo muchas. Tengo días en los que no quiero hablar con nadie, no quiero estar con nadie más que conmigo misma y me doy cuenta, que aún así -sola-, tampoco me siento cómoda.

No sé donde está el punto en el que el Ser Humano puede sentirse bien consigo mismo.

Llega el Domingo, a esta hora (casi las 00hs, faltan minutos para el lunes) y ya es un desgaste mental pensar que al día siguiente tengo que estar seis horas en una oficina, atendiendo clientes, asquerosos capitalistas que se quejan porque no reciben una puta prenda, porque el correo tarda en enviarles su pedido. Mala vibra de acá, de allá. Por fuera y dentro de una pantalla. En un ambiente que se vive respirando una energía totalmente negativa, donde buscan la perfección personas imperfectas, poco profesionales y es ahí cuando digo: ¿POR QUÉ? ¿HASTA CUANDO?.

Si, el laburo cuando no haces lo que te apasiona, no hay chance de que lo disfrutes. Estoy en plena campaña para buscar otra cosa, algo que por lo menos valoren lo que una hace, te tengan en cuenta, quieren que progreses y demás. No obstante, también está ese miedo al cambio que al principio comencé a contar.

Cuando busco trabajo, lo hago pensando en muchas cosas (porque ansiosa, siempre):

- ¿Cómo les digo a mis Supervisores que me voy a ir?
- ¿Y si me rajan al mes y me quedo en bolas? ¿Quién paga mi facultad?
- ¿Seré feliz haciendo un nuevo desempeño?

Y muchas más, que la verdad todavía no tengo respuesta para todas. Porque todavía, justamente, no han pasado. Entonces en esos momentos, solo será cuestión de improvisar, como si estuviera actuando.

También estoy con bronca, tener una persona enferma en la familia desgasta todo: cerebro, cuerpo, alma, rutina. Y tengo la maldita costumbre de que si estoy mal en una cosa, automáticamente estoy mal en todas: trabajo, familia, pareja, amistades. Lo cual está totalmente mal, la idea es que no me la pase generalizando. Hay que mirar con otros ojos, hay que saber separar las cosas y eso es lo que me está costando. Porque sólo tengo una cosa en mi cabeza y es esta agonía ajena, sobre mi familiar.

Llegué a un punto en el que no quiero que nadie me diga frases hechas, a pesar de que sé que lo hacen con la mejor intención de todas. No quiero más escuchar "bueno, hiciste hasta donde pudiste" - "recordá lo mejor de esa persona" - "está en un lugar mejor" - "pensá que no va a sufrir más" - etc, etc etc. Interminables. Son todas cosas que lamentablemente ya sé como son.

El otro día mi Abuela me dijo esto: "Tenes que pensar que estás rodeada de gente grande y lamentablemente vas a tener muchos golpes en tu vida, pero vos tenes que estar bien, es la ley de la vida". Y, como casi siempre, la nona tiene razón. Quizás esta niña interior, que todavía quiere que su madre la tape por las noches, que quiere que su Padre le diga que es una princesa, no quiere terminar de crecer. Es como si quisiera vivir en una cuna eternamente. Pero sólo por momentos, porque sé que en muchos aspectos de mi vida me falta madurar, en otros ya lo hice. En fin, estoy totalmente pasada de revolución, mis noches tienen insomnio, mi cabeza no para de pensar, mi mente no para de tener pensamientos negativos y así estoy yo: Negativa, peleadora, callada, impulsiva, irritante. Esta no es la Mariela que yo quiero ser. Pero muchas veces me cuesta cambiarlo, me cuesta ponerle "Pausa" a las situaciones y pensar antes de hablar, quizas porque amo vivir al límite de la pérdida (masoquista). TOTALMENTE AL PEDO.

viernes, 26 de febrero de 2016

Justo a tiempo

Tengo muchos escritos de hace años atrás y cada vez que los leo es como si volviera a ese momento, pero me siento diferente.

Escribía mucho sobre amor, tristezas, música. Pero entre ellos encontré este texto que fue escrito un 9 de abril de 2012. Espero les guste.

Y de repente, un día me vi parada sobre la ciudad. Hecha una mujer. Dejé atrás los juguetes, las muñecas y comencé a vivir. A valerme por mi misma, a sentirme plena, a hacer cambios, a dar y recibir amor, a sentir que con la música, con sus letras y melodías, podía llegar a sentirme más que identificada. Sentirme parte de ella. Caminando por una calle vi mi vida, a veces tropezaba con la misma piedra, otras veces me caía, pero volvía a levantarme porque el camino sigue. Comencé a extrañar, a necesitar. A quererme. A quererte.
A comprender que si no hacemos lo que queremos, no vamos a llegar a nada. Que todo pasa por algo, que si cierta ocasión sucedió fue porque así tuvo que ser, porque estaba en el lugar, en el momento y en la hora indicada. Parada, esperando a que suceda, sin saberlo.
Miré para atrás y vi todo lo que dejé, todo lo que evolucionó de mi. Pero saber que dentro mío, todavía existe esa niña que llora con una película de dibujos animados, esa niña que cuando llega a su casa espera recibir la comida que le gusta. Que se divierte con cosas que quizás para el ojo ajeno son insignificancias. Pero eso es lo que me encanta. Lo poco. Lo mínimo. Los pequeños detalles marcan la gran diferencia. Y así me vi un día. Corriendo por quien lo merecía, por quién me necesitaba. Frenada por quienes lo ameritaban, por quienes me querían. Con moretones por golpes que me di en todo este trayecto. Con cicatrices que con el tiempo se borran pero no del todo. Para verlas, para que no las olvides. Para que nunca dejes de recordar lo que fuiste, lo que pasaste.
Y así me veo hoy. Hecha una mujer, con alma de niña, con la sensibilidad a flor de piel. Con la mirada puesta en un futuro, lleno de proyectos. Algunos planeados para lograrlos sola, otros para vivirlos con alguien que esté a mi lado. Ya sean amistades o amores o familia.
Y así me veo hoy.

miércoles, 24 de febrero de 2016

La innombrable

No recuerdo si alguna vez les conté de mi gran miedo a la muerte.
Muchas personas suelen decir que no le temen, por el simple de hecho de que cuando te morís, no te das cuenta, no sentís nada, ya no sufrís más.

Ese gran miedo, creó una fragilidad en mi. Algo que cuando un hecho ocurre de manera cercana (un familiar enfermo, internado, una enfermedad en sí, un accidente, etc) crea demasiada ansiedad en mi.

Siempre lo tuve como a la innombrable, la que no se puede ni mencionar. Por miedo a atraerla. Cosas de persona ansiosa ¿no?.

No quisieras ser inmortal tampoco, sería demasiado aburrido. Y tampoco sé si puntualmente mi miedo sea a la muerte en sí, sino al sufrimiento previo.

Quizas porque cuando una persona que queremos mucho, sabemos que está por abandonar este mundo una parte nuestra se muere y eso genera sufrimiento.

Pasé por muchos duelos. Me tocó perder a dos grandes amigas de jóvenes, a mi abuelo querido y el más fuerte: Mi Viejo. Todavía creo que ninguna herida sanó. Siempre algo hay que los trae a mi de nuevo: como recuerdo, como anécdota, como lágrimas, como risas. Pero siempre están. Y esas partidas jamás creo que se superan en un 100%... Sólo aprendemos a vivir sin ellos. A saber que no están más en nuestro día a día, que el Abuelo ya no me lleva más al colegio, a comer pizza al Ombú, a mirar un partido del Globo...

Que mi viejo ya no me pasa más a buscar por los cumpleaños, me lleva a desayunar, me cuenta sus historias de vida, que no está más esa calidez en cada abrazo.

Que mis amigas ya no están para contarle mis más íntimos secretos, para tener nuestros códigos y reírnos de cualquier cosa, recordar nuestro paso por la primaria o la secundaria, etc.

Entonces qué hacemos con todo eso, se preguntarán. Lo guardamos. Tengo una cajita escondida en mi corazón. Siento que es de madera, barnizada, bien bonita. Y allí dentro tengo todo esto: recuerdos, nostalgia, melancolía, risas, llantos, colores, olores, paisajes, vivencias, películas, momentos, sabores, etc.

Esa cajita no me la saca nadie, me pertenecerá toda la vida y fue lo más lindo que me dejaron.

Volviendo al tema. Sí, mi miedo es el sufrimiento pre-muerte. Porque es inevitable. Porque es miedo en su estado más puro y porque además el mismo cuerpo se prepara: taquicardia, sudor, desesperación, temblores, mareos. Siento que muero, pero en ese momento sufro y me siento mal.

La muerte está tan segura que nos va a ganar, que nos da toda una vida de ventaja.

lunes, 15 de febrero de 2016

Salir de la zona de confort

Desde que volví de mis vacaciones, no hago más que quejarme de la rutina. Del viaje en colectivo. Me subo todas las mañanas y viajo como ganado, apretada, incómoda, transpirada, ahogada, llena de hombres que te miran con cara de deseo y me llenan de asco.

Llegar al trabajo y sentir que estoy perdiendo tiempo, que no estoy haciendo lo que quiero. Pero no tengo otra opción, hasta que aparezca algo mejor, porque debo costear mis estudios. Todo esto me frustra.

Sé que uno en vacaciones tiene otra mentalidad, pero soy tan ansiosa que mucho de esos días me la pasé pensando en "¡Ay! Cuando vuelva.." sin estar viviendo el momento. Eso ya no me preocupa tanto porque soy así, lamentablemente me cuesta cambiarlo. Pero sí me siento abombada con mi rutina.

Tengo fe que va a cambiar todo eso cuando empiece la facultar y tenga otro tipo de ritmo mi vida. Conocer gente nueva, oír nuevas voces, pasiones, pensamientos, sonidos, palabras. Ver nuevas caras, expresiones, sonrisas, miradas. Escuchar risas, gente con expectativa, con ganas de armar su propio futuro. Por eso siempre amé el ámbito facultativo. Te abre la cabeza por completo.

No obstante, tengo una sola cosa en mente y IRME. Ojo, no confundan con escapar. No hay algo de lo que esté más segura que tener ganas y querer salir de Buenos Aires. Conocí Córdoba y quedé encantada, pero tampoco quiero quedarme sólo con esa perspectiva del país porque sé que hay algo más. Se trata de soltar y es lo que más cuesta, porque a pesar de esas seguridades que tenemos en nuestra mente, aparece algún fantasmita de inseguridad también, con una cuota de nostalgia y dejar muchas cosas en un lugar donde te criaste, viviste, reíste, lloraste, compartiste hermosos momentos y sabes que eso si bien nadie te lo va a sacar, perdura ese recuerdo y cuesta soltar. Cuesta salir de la zona de confort.

Ahí es donde nos sentimos cómodos, seguros. Estamos en lo cotidiano,en lo conocido. En aquél lugar que es como dormir todos los días en el mismo lado de la cama, o sentarse en la misma silla. Estamos completamente  amoldados a una rutina insípida. Sin nada nuevo, algo seco y aburrido, pero que aún así estamos cómodos.

Sabiendo que ese confort algún día puede irse, es cuando aparecen las dudas, los miedos. Todo producido por un Cambio.

Por qué tenemos tanto miedo a cambiar? Si tantas veces cambiamos y nos acostumbramos al poco tiempo.

En base a un relato personal, una amiga ayer me dijo: El miedo dura un segundo, la duda toda la vida.
Y cuánta verdad hay en esto. Yo siempre pienso que es mejor arriesgarse y quedarse con eso, viendo como se dan las cosas y todo se procesa, a quedarme con la duda de qué hubiera pasado sí...

Para pensarlo.

lunes, 25 de enero de 2016

Completar.

¿Qué es eso de decir "Me completás"?. Yo no apoyo esa moción, aunque sí admito que alguna que otra vez, lo admito.

Hasta que me puse a analizar la frase, por ejemplo cuando dicen "mi pareja me completa". Yo creo que no hace falta tener a alguien para ser más y tampoco ese alguien nos necesita tenernos a nosotros para que tenga más valor como persona.

Vinimos solos y si bien el amor es hermoso, tampoco hay que olvidarse de uno, de valorarse como es y de aceptarse, que es lo más importante.

El agrado de tener alguien al lado, es saber reconocer que podemos darnos cuenta que nosotros somos suficiente tanto para esa persona como para nosotros mismos.


miércoles, 20 de enero de 2016

Esperanza

Sentada en una silla,
Escribo esta carilla.
Yo quiero recordarte
y mi corazón siente cosquillas.

Estos tiempos son duros,
Creo, no le es fácil a ninguno.

Pero tengo fe y tengo esperanza,
por eso elevo esta alabanza.
Siempre el amor pesa más en la balanza.

Nadie sabe el futuro, nadie tiene noción.
Por eso hasta aquí, por hoy termino mi canción.