domingo, 13 de septiembre de 2015

Soy más de hablar que de escuchar.

¡Buenas tardes a la gente linda!

Hoy mi madre me está cebando mates, de la cocina a mi cuarto. La estoy haciendo llegar bien al verano, claramente.

Hay veces en las que una charla con una amigo o amiga, puede hacerte cambiar la perspectiva o puede hacerte dar cuenta de muchas cosas que quizás antes no notabas.
Uno nace haciendo lo que le dicen sus padres y a medida que va creciendo, llega un punto en el que tiene que elegir por su propio cuero.

Recuerdo que cuando era más chica, faltaban pocos días (menos de cinco) para arrancar las clases de secundaria y yo aún no contaba con una escuela. Luego de no haber quedado en el sorteo del Julio Cortázar, mi madre me dijo "Bueno, Mariela, A vos te gusta dibujar. ¿Por qué no vas al Fader? Tengo alguien que puede hacerte entrar".

Ingresé en el 2004.

En el primer día, me enteré que eran seis años, lo que se estiraron a siete porque repetí un año. (No me canso de triunfar en la vida)
Luego a medida que pasó el tiempo, cuando terminé las clases, elegí trabajar para lograr mi propia independencia económica y no tener que depender de nadie. Mi viejo ya había fallecido en ese entonces y con mi mamá costeábamos la casa.

Llegó la época en la que tenía que elegir qué hacer para mi futuro. Y ahí es donde empieza el caos de uno.
De un lado te dicen que tenes que buscar una carrera que te deje plata, por ejemplo: Derecho, Medicina, Ingeniería, etc.
Por otro lado, si uno elegía una carrera, contabas con que la gente hable por hablar, quiera darte su punto de vista pero a modo de directa. Diciéndote "mmm, no te veo mucho, no creo que te guste mucho la carrera". No me servía.

Ojo que también, he tenido gente que me apoyaba. Hasta iban a motivarme así yo eligiese estudiar decorado en goma eva, por ejemplo

Me acuerdo que no estaba pasando por un buen momento, llevaba tiempo haciendo el duelo con mi papá, entonces cometí el error que muchas personas hacen: veía que la terapia me ayudaba pero quería saber más de  mi, quería ayudar a los demás y a que logren sobrepasar en su momento, todo lo que yo quería sobrepasar en ese instante. Elegí estudiar Psicología.

Claramente, no duré nada. Ni siquiera me motivaba el CBC.
Uno por supuesto que sabe que en una carrera, hay materias que sinceramente no nos sirven para nada, que tenemos que pasarlas para llegar a ver lo que realmente queremos ser. Y alguien alguna vez me dijo también que el más metódico termina en la Universidad de Buenos Aires.

Un cuatrimestre estuve sin saber para dónde arrancar. Económicamente, no podía bancar pagarme una privada. Entonces, elegí seguir por el camino de la UBA y opté por anotarme en Ciencias de la Comunicación.

Terminé el CBC e ingresé este año a la carrera. Pero sin embargo, a pesar de que sí, la carrera es muy linda y me gusta, comencé a ir sin ganas. A verlo más como una obligación que un placer. Ya se estaba convirtiendo en una rutina. 

Todo esto me ocurrió en los últimos 20 días que tengo en mi cabeza la palabra "cambiate".

Desde chica, que siempre quise apuntar a estudiar periodismo y locución. Mi padre siempre me dijo que tenía voz de locutora, me han elogiado bastante. Más allá de eso, siempre sentí que la comunicación fue lo mío, sumado a la música y a todo arte creativo.

Recuerdo que hace muchos años atrás, cuando era una pequeña, jugaba a que tenía mi propia radio, pasaba música. Quedaba todo en el aire, porque no se lo mostraba a nadie. Sentía que era mi vocación.

Entonces es que decidí apuntarme por esto.

Uno al dejar una carrera, siente una especie de vacío y por dentro (sobre todo en personas tan inseguras como yo) sentí un "¿estará bien?"; "¿Que pensarán los demás?". 

Sí, amigos. Siempre fui de esas personas que el qué dirán les ha quitado el sueño varias noches. Pero la verdad es que uno al fin de cuentas elige su propia vida, su propio destino y eso es lo que nos llevamos. Lo demás queda en el aire. Pueden refutarte, pueden decirte que hacés bien, que hacés mal, pueden darte directivas, pueden opinar y hasta lograr confundirte. Pero para eso nacimos para equivocarnos, volver a empezar, equivocarnos y volver a empezar. Y así repetirlo hasta que encontremos lo que verdaderamente nos haga feliz. Tu libertad no tiene precio.

Quizás mi destino sea este, quizás no. Eso solamente yo lo sabré.

Tenía ganas de hacer un descargo, una persona hace poco me dijo que escriba. Escriba todo lo que se me ocurra, más allá de que haya gente que me lea o no, es bueno descargarse de esa manera y después uno mismo leerse.

Que tengan buenas noches.

sábado, 12 de septiembre de 2015

En búsqueda de la felicidad.

Sacarte los zapatos cuando llegas a tu casa, luego de un día agotador.
Una birra con tus amigas.
Una ducha caliente, luego de una clase de gimnasia.
Caminar por la vereda del sol.
Unos mates con tu vieja.
Un abrazo de tu viejo.
Un almuerzo con comida casera de tu abuela.
Mirar un partido de fútbol con tu abuelo.
Subir a un bondi y viajar sentado.
Dormir abrazadx a tu pareja.
Escuchar música con la luz apagada.
Ver los frutos de nuestros esfuerzos.
Armar  un rompecabezas.
Engancharte con un libro.


En esas pequeñas cosas y más, podemos encontrar la felicidad.