sábado, 12 de diciembre de 2015

Perder un amigo.

Hoy me pongo a escribir acerca de uno de los golpes más fuertes que tuve en mi vida.
Veintiún añitos, toda una vida por delante. Fue la persona más ambiciosa que conocí, pero no por lo material. Sino con la riqueza máxima que uno puede tener: Uno mismo.
Llevando la creatividad a su máximo potencial, teniendo seguridad (a pesar de saber que quizás algo podría llegar a fallar), una persona cálida, enamorada de la vida, del amor, del arte. 

No conocí otra persona igual, me enseñó mucho. Uno habla siempre del Carpe Diem, y en lo personal yo puedo decir que no vivo el día a día, tampoco hago todo lo que quiero ni lo que puedo. A veces por falta de tiempo, otras por pereza y otras porque no, simplemente. Pero ella vivía el día como si fuera el último. Una persona que se arriesgaba por sus pasiones, por el amor. Iba siempre de frente. 

Quisieran que sepan cómo la conocí:

Corría el año 2008, los cursos se dividían en las carreras. Ese día nos tocó repartirnos y elegí Publicidad. Levanto la vista y la veo a ella. Si bien, la tenía ubicada por los recreos y por ir al mismo colegio que yo, siempre supe que era una persona buena, se notaba en su mirada. Intercambiamos palabras porque teníamos gustos similares con la música. Entre ellos nuestro Dios: Gustavo Cerati y nuestra religión: Soda Stereo.

Ella estaba en su grupo de amigas, pero siempre se acercaba y me incluía. Lo mismo hacía yo, ya que muchos del curso eran mis compañeros del año anterior. 
Con el paso del tiempo, charlábamos siempre, comenzamos a contarnos nuestras cosas a compartir momentos. Ella me contaba de un amor que pensaba que no podía ser, por el simple hecho de que se mezclaban ambos Cosmos. Pero ella se la quiso jugar y así fue. Me contó en Taller que el muchacho la había invitado a salir y que estaba nerviosa, porque le encantaba, la volvía loca. 
Esa tarde, antes de su cita, me llamó totalmente ansiosa y yo le dije que todo iba a estar bien, todo. No había de qué preocuparse porque se notaba que él también gustaba de ella. Y así fue. 

Con el tiempo, comenzamos a juntarnos entre todos y nos dimos cuenta de que teníamos hasta el mismo estilo de chiste, de humor. Nos reíamos de las cosas absurdas, de bloopers, nos reíamos de la gente de una manera sana. Ambas eramos muy locuaces. 

Los años corrían en la secundaria y recuerdo que en sexto año, una mañana ella estaba triste. Yo sabía cómo sacarle una sonrisa; bastó con sacar mi MP4 y poner una canción de Cerati para que en su rostro se dibuje una sonrisa, sus ojos se iluminen y me diga: Gracias Mari.

Tuve la suerte de compartir unas vacaciones con Denu y otras chicas más. Era increíble cómo nos potenciábamos para reirnos, eramos ambas la segunda de la otra, éramos compinches. Esos días fueron geniales. Playa, sol, fernecito, baile, diversión, risas y muchas cosas más.

Terminamos el colegio. Nos veíamos muy esporádicamente. En algún cumpleaños, juntada o muy de vez en cuando las dos. Era una chica muy ocupada, totalmente centrada en su carrera, en sus ambiciones, en el progreso que tanto deseaba y créanme que no le bastó con recibirse: porque su mayor éxito era su forma de pensar.

En su afán de recorrer el mundo, llegó a lugares inesperados, sacándose fotos increíbles donde me hacía reír, ya que pensaba en lo que ella podría estar diciendo al momento de sacarse esa foto. Fue a Europa, Disney, Israel, recorrió parte de la Argentina, fue a Uruguay con otra amiga suya y demás.

Hasta que un día, mi cielo se nubló y se puso gris.

Viajó con su familia (Padre, Novia del padre y su hermano) a Egipto a pasar las pascuas judías. durante esos días veíamos por Facebook las fotos que nos iban compartiendo, la veía feliz.

Una noche de otoño, me llega un mensaje: La tragedia ocurrió. Y ella estaba allí, en Egipto. En la otra punta del mundo, herida. Fue un baldazo de agua fría, mi amiga, mi compinche, mi cómplice había partido de este mundo.

Una de las primeras etapas de un duelo es la Negación.

"No puede ser, ella no puede estar muerta. Debe ser un error. No. Ella no,por favor. Tenía toda su vida por delante. No, por favor. Díganme que es una broma de mal gusto."

Yo no podía creerlo. Mi amiga estaba muerta, sufrió un accidente en tránsito a una excursión y la noticia salió en los diarios.
Tuve la esperanza de que sea un error y que ella no haya sido. Pero fue lo último que perdí. Esa esperanza de que ella podría estar viva.

Llegó el día, una mañana fuimos a despedirnos sus familiares y amigos al cementerio de La Tablada. Denu era judía y en la ceremonia de su entierro, su madre hizo un ritual donde rompe una remera suya cómo símbolo de desgarro.

Al terminar, me acerqué a su tumba, le agradecí eternamente por todo y le dije que iba a extrañarla. Luego, partí de allí con mis amigos y mi mamá que me acompañó.

Hoy, más de dos años después la sigo extrañando, la sigo pensando. Tuve momentos de mucha bronca, de impotencia, de enojo con la vida. ¿Por qué ella?. Pero así fue, estuvo en el lugar y en el momento, lamentablemente.

Denise me dejó muchas cosas buenas y lindas: consejos, anécdotas, aventuras, risas, llantos, canciones, lecturas, videos, películas y los más lindos recuerdos que puedo tener de una amistad.
Me enseñó que con mucha fuerza si uno lo que quiere lo desea con fuerza, se logra y se llega. Aprendí que hay que vivir el día en el hoy, que nadie tiene que ser dueño de nuestra felicidad más que nosotros mismos. Que la paz está en donde nosotros nos sintamos en calma, tranquilos y cómodos. Me enseñó a que en cada canción de Cerati o de Soda puedo encontrarme de nuevo con ella y sentir que cada melodía es un susurro de ella.
Hoy comparte un cielo de Rock, lleno de sus ídolos: Gustavo, El Flaco y demás. Estoy segura que está donde está la diversión porque es lo que ella siempre quiso. También sé que está en Paz y está bien.

Este es mi humilde homenaje, mi pequeña bitácora de aventura de una gran amistad que si bien la vida me quitó, jamás se terminó. Esto sigue en mi día a día, hasta que pierda la memoria, ella está en mi.

Gracias amiga.