sábado, 12 de diciembre de 2015

Perder un amigo.

Hoy me pongo a escribir acerca de uno de los golpes más fuertes que tuve en mi vida.
Veintiún añitos, toda una vida por delante. Fue la persona más ambiciosa que conocí, pero no por lo material. Sino con la riqueza máxima que uno puede tener: Uno mismo.
Llevando la creatividad a su máximo potencial, teniendo seguridad (a pesar de saber que quizás algo podría llegar a fallar), una persona cálida, enamorada de la vida, del amor, del arte. 

No conocí otra persona igual, me enseñó mucho. Uno habla siempre del Carpe Diem, y en lo personal yo puedo decir que no vivo el día a día, tampoco hago todo lo que quiero ni lo que puedo. A veces por falta de tiempo, otras por pereza y otras porque no, simplemente. Pero ella vivía el día como si fuera el último. Una persona que se arriesgaba por sus pasiones, por el amor. Iba siempre de frente. 

Quisieran que sepan cómo la conocí:

Corría el año 2008, los cursos se dividían en las carreras. Ese día nos tocó repartirnos y elegí Publicidad. Levanto la vista y la veo a ella. Si bien, la tenía ubicada por los recreos y por ir al mismo colegio que yo, siempre supe que era una persona buena, se notaba en su mirada. Intercambiamos palabras porque teníamos gustos similares con la música. Entre ellos nuestro Dios: Gustavo Cerati y nuestra religión: Soda Stereo.

Ella estaba en su grupo de amigas, pero siempre se acercaba y me incluía. Lo mismo hacía yo, ya que muchos del curso eran mis compañeros del año anterior. 
Con el paso del tiempo, charlábamos siempre, comenzamos a contarnos nuestras cosas a compartir momentos. Ella me contaba de un amor que pensaba que no podía ser, por el simple hecho de que se mezclaban ambos Cosmos. Pero ella se la quiso jugar y así fue. Me contó en Taller que el muchacho la había invitado a salir y que estaba nerviosa, porque le encantaba, la volvía loca. 
Esa tarde, antes de su cita, me llamó totalmente ansiosa y yo le dije que todo iba a estar bien, todo. No había de qué preocuparse porque se notaba que él también gustaba de ella. Y así fue. 

Con el tiempo, comenzamos a juntarnos entre todos y nos dimos cuenta de que teníamos hasta el mismo estilo de chiste, de humor. Nos reíamos de las cosas absurdas, de bloopers, nos reíamos de la gente de una manera sana. Ambas eramos muy locuaces. 

Los años corrían en la secundaria y recuerdo que en sexto año, una mañana ella estaba triste. Yo sabía cómo sacarle una sonrisa; bastó con sacar mi MP4 y poner una canción de Cerati para que en su rostro se dibuje una sonrisa, sus ojos se iluminen y me diga: Gracias Mari.

Tuve la suerte de compartir unas vacaciones con Denu y otras chicas más. Era increíble cómo nos potenciábamos para reirnos, eramos ambas la segunda de la otra, éramos compinches. Esos días fueron geniales. Playa, sol, fernecito, baile, diversión, risas y muchas cosas más.

Terminamos el colegio. Nos veíamos muy esporádicamente. En algún cumpleaños, juntada o muy de vez en cuando las dos. Era una chica muy ocupada, totalmente centrada en su carrera, en sus ambiciones, en el progreso que tanto deseaba y créanme que no le bastó con recibirse: porque su mayor éxito era su forma de pensar.

En su afán de recorrer el mundo, llegó a lugares inesperados, sacándose fotos increíbles donde me hacía reír, ya que pensaba en lo que ella podría estar diciendo al momento de sacarse esa foto. Fue a Europa, Disney, Israel, recorrió parte de la Argentina, fue a Uruguay con otra amiga suya y demás.

Hasta que un día, mi cielo se nubló y se puso gris.

Viajó con su familia (Padre, Novia del padre y su hermano) a Egipto a pasar las pascuas judías. durante esos días veíamos por Facebook las fotos que nos iban compartiendo, la veía feliz.

Una noche de otoño, me llega un mensaje: La tragedia ocurrió. Y ella estaba allí, en Egipto. En la otra punta del mundo, herida. Fue un baldazo de agua fría, mi amiga, mi compinche, mi cómplice había partido de este mundo.

Una de las primeras etapas de un duelo es la Negación.

"No puede ser, ella no puede estar muerta. Debe ser un error. No. Ella no,por favor. Tenía toda su vida por delante. No, por favor. Díganme que es una broma de mal gusto."

Yo no podía creerlo. Mi amiga estaba muerta, sufrió un accidente en tránsito a una excursión y la noticia salió en los diarios.
Tuve la esperanza de que sea un error y que ella no haya sido. Pero fue lo último que perdí. Esa esperanza de que ella podría estar viva.

Llegó el día, una mañana fuimos a despedirnos sus familiares y amigos al cementerio de La Tablada. Denu era judía y en la ceremonia de su entierro, su madre hizo un ritual donde rompe una remera suya cómo símbolo de desgarro.

Al terminar, me acerqué a su tumba, le agradecí eternamente por todo y le dije que iba a extrañarla. Luego, partí de allí con mis amigos y mi mamá que me acompañó.

Hoy, más de dos años después la sigo extrañando, la sigo pensando. Tuve momentos de mucha bronca, de impotencia, de enojo con la vida. ¿Por qué ella?. Pero así fue, estuvo en el lugar y en el momento, lamentablemente.

Denise me dejó muchas cosas buenas y lindas: consejos, anécdotas, aventuras, risas, llantos, canciones, lecturas, videos, películas y los más lindos recuerdos que puedo tener de una amistad.
Me enseñó que con mucha fuerza si uno lo que quiere lo desea con fuerza, se logra y se llega. Aprendí que hay que vivir el día en el hoy, que nadie tiene que ser dueño de nuestra felicidad más que nosotros mismos. Que la paz está en donde nosotros nos sintamos en calma, tranquilos y cómodos. Me enseñó a que en cada canción de Cerati o de Soda puedo encontrarme de nuevo con ella y sentir que cada melodía es un susurro de ella.
Hoy comparte un cielo de Rock, lleno de sus ídolos: Gustavo, El Flaco y demás. Estoy segura que está donde está la diversión porque es lo que ella siempre quiso. También sé que está en Paz y está bien.

Este es mi humilde homenaje, mi pequeña bitácora de aventura de una gran amistad que si bien la vida me quitó, jamás se terminó. Esto sigue en mi día a día, hasta que pierda la memoria, ella está en mi.

Gracias amiga. 

domingo, 29 de noviembre de 2015

Diálogo.

Recuerdo que hace unos años elegía guardarme las cosas, no decirlas. Creo que por eso acumulé, acumulé y acumulé. Hasta que finalmente exploté.

Decidí que iba a ser una infeliz toda la vida si seguía de esta manera. Sin decir las cosas que sentía, sin ponerle el freno a las personas o a las situaciones cuando más me herían, sin hablar las cosas que me pasaba, etc.

Tenía una cuota de orgullo, de hecho casi siempre lo fui. Hasta que me di cuenta que no sirve de nada. Terminas perdiendo en todo sentido.

La base de tener una buena relación (ya sea amistad, noviazgo, familiar, laboral, etc), es el diálogo.

Imáginense estar haciéndose la cabeza todo el día por una situación que nos hace mal, por tener que estar tragándonos el mal, las palabras que nos decimos, tapando nuestros sentimientos... Todo, por no hablar. 

Sería demasiado.

Hablar las cosas calma. Genera esperanza, alivio, casi como sacarte una mochila de encima.
Y de más está decir que no hay que arrepentirse, por algo pasan las cosas. Lo mejor es saber que nosotros mismos manejamos nuestra mente y elegimos ser felices. Por eso, si hay cosas que callas por miedo, inseguridad, comodidad, por evitar una pelea y demás, estás haciendo lo incorrecto. Permitime aconsejarte algo. Si no podes hablarlo, escribilo. Si no podes escribirlo, hablalo. Siempre sin gritar, sin querer tapar a la otra persona. Escuchate, escuchá. Que todo tiene solución.

Si estás pasando por un momento en el cual quisieras decirle a algo a una persona y no sabes cómo: escribilo.

A mi siempre me hizo bien escribir. De chica tuve muchos diarios íntimos, donde anotaba pensamientos, mi día a día, amores y desamores, anécdotas, tristezas. Con el tiempo solo tomaba una hoja y un lápiz cuando necesitaba desahogarme. Luego con el tiempo (pasaban meses e incluso años) volvía a encontrar esa hoja y me leía. Tiendo a minimizar el problema cuando pasa el tiempo, porque al final nada es tan grave. Leo y digo "¿por ésto estuve tan triste?". Y veo que al final, aquéllo que tan mal me puso en su momento, ya fue solucionado.

Cuando escribimos procesamos la información, podemos entendernos más y logramos la manera de que el otro individuo también nos entienda. Porque si buscamos hablar, estamos queriendo encontrar la manera de que el otro nos pueda comprender, entender, aceptar. No callemos por miedo, paraliza. Hablemos todo, creemos nuestro bienestar. 

viernes, 27 de noviembre de 2015

Ser y Estar

Cuántas veces creemos que nos sentimos solos, que nadie nos entiende, que no nos brindan esa contención que necesitamos en ese instante.

Diferente es sentirse solo a realmente estar solo. Es importante saber diferenciar.

Pero nada nos viene bien. Podemos estar rodeados de gente: amigos, familia, pareja, compañeros de trabajo. Aún así nos sentimos de esa manera.

martes, 17 de noviembre de 2015

¿Así es la vida...?

En los tiempos de ahora, estamos mal acostumbrados a naturalizar cosas que no deberían.

¿A qué me refiero? Bien, en Sociología, la naturalización es un fenómeno que lleva a los hombres a considerar sus acciones y sus creencias como naturales, ligadas a su naturaleza, como si fuera algo cotidiano.

Naturalizamos una infidelidad, un atentado en ciertos países de Oriente, una enfermedad, etc. Porque estamos acostumbrados a escuchar relatos sobre aquéllos hechos sociales. Pero cuando algo difiere de ello o es algo inesperado, sólo nos toma por sorpresa el hecho de que haya ocurrido.

Y algo así, está pasando con lo ocurrido en Francia - Siria. Es lamentable. Hoy en día todos opinamos acerca de lo sucedido, tomamos nuestras diferentes posturas e ideologías, dejándonos llevar o por el sentido común, la religión o el simple hecho de hablar, sumado al amarillismo de los medios de comunicación

¿Acaso es natural una muerte masiva de inocentes?. Para nada.

También naturalizamos la inseguridad de nuestro propio país: robos, asesinatos, violaciones, etc. Lo cual provoca en algunas personas el propio miedo a salir de la calle, justamente por temor a que algo de todo esto que ven en los medios de comunicación les ocurra a ellos mismos. Desatándose así en casos extremos agorafobias, por ejemplo. 

En lo personal, no miro las noticias. Puedo leer de cuando en cuando algún que otro diario por internet, twitter, etc. Pero es mirar malas noticias, sufrimiento y la verdad es que no tengo ganas de deprimirme con esas cosas o que barran sobre mis restos diurnos.

Gracias, pero no.

Siguiendo el tema, entonces al naturalizar, lo único que hacemos es justificar lo sucedido, diciendo que es normal, tiene que ser así, porque sí. Porque ¡así es la vida!.
Entonces los invito a que ante algún suceso ocurrido en su día, su semana, su mes, lo piensen, lo reflexionen, lo razonen, lo analicen y vean que a veces las cosas que suceden no son parte de la cotidianidad o porque así es la vida, es lo que nos tocó.

Si ven que no les ocurre nada o sienten que no es así, comiencen su rutina analizando su alrededor. O recordando situaciones que hayan vivido. ¿Un ejemplo? 

Supongamos lo siguiente:

Una noche de sábado, pasadas las 00hs, salís a tomar algo acompañada a un barcito de Plaza Serrano. Te pedís un rico trago y conversas con la persona que está enfrente tuyo. Al rato, se acerca un niño de no más de 10, 12 años, te entrega una tarjetita y repite la misma acción con otras personas sentadas en las cercanías. Vuelve a pasar a recoger las tarjetitas pidiéndote algo a cambio: dinero. 

¿Es natural que un niño a esas horas de la noche deambule solo, buscando dinero para vaya a saber quién? ¿No les parece que no es natural y que atenta contra sus derechos de niño?. Donde en realidad lo natural, lo justo, es que el niño esté en su casa, mirando dibujitos animados o durmiendo calentito en su cuarto. ¿Vieron cómo cambia la cosa?.

Mucha ignorancia, nula empatía.

Reflexionen y si quieren un cambio verdadero, comiencen por ustedes mismos. Contagien su alrededor con todo lo bueno que pueden hacer, los valores que pueden brindar. El cambio empieza por uno.

Abrazo. 

jueves, 12 de noviembre de 2015

Ausencias

Hay ausencias que no podemos tapar, no podemos reemplazar con nada ni nadie.
Cuando alguien se va, nos sigue enseñando desde donde se encuentre, a aprender a vivir sin ellos físicamente. Si sólo lloramos por recuerdos, por nostalgia, por impotencia, egoísmo -por qué se fueron-.
Respaldémonos en todo lo que nos haga bien y aceptemos a la gente que se respalda a su manera: en la música, religión, lectura, estudio, amistades, baile, deporte, política, etc.
Aprendamos nosotros también a que no podemos juzgar a nadie sin antes conocer su historia.

Cambio de hábitos.

La palabra cambio es difícil. Puede significar tantas cosas y puede repercutirnos de diferentes maneras también.

Los cambios dan miedo,  porque uno siempre le teme a lo que no conoce.  A lo que puede llegar a pasar. Pero creo que a lo que verdaderamente hay que temer es a que nada cambie.

Está bueno que queramos cambiar, siempre y cuando sea para mejorar. Cambiar de trabajo, las rutinas, los hábitos, la alimentación, las actividades, las amistades.
Te permite conocer más personas, conocerte a vos mismo, adquirir nuevas costumbres (por ejemplo, incorporar actividad física), tiene muchos beneficios a nivel personal, hay que leer más, leer otros autores, otros géneros, otras opiniones. No quedarse solamente en lo que conocemos, porque eso provoca un estancamiento que no le deseo a nadie.

Está en uno querer dar el primer paso y lograr que ese cambio sea para  mejor.  Por eso  no es mala idea que armemos una lista de cosas que queramos cambiar. Pueden ser actividades, como dije anteriormente, o actitudes nuestras.

Hace unos meses atrás, armé una lista de las cosas que me molestaban de mi misma y busqué la manera de poder cambiarlas. Alguna que otra pude lograrla, otras están en proceso.

Por más que uno tenga que volver a empezar de cero y genere una cierta pereza, sólo es el primer paso. Dicen que los seres humanos tardamos aproximadamente 21 días en acostumbrarnos a un nuevo hábito.

Hoy decidí comenzar a leer un nuevo libro. Desarrollar esta actividad hace que la creatividad de uno llegue a límites inimaginables. Lo que más me gusta de leer, es meterme dentro del libro e imaginarme las historias, los personajes, sentirme identificada con ellos, emocionarme, sumergirme en las palabras, las letras, los renglones. Involucrarme.

Por eso les digo, por lo menos una vez al día o a la semana o al mes, propónganse un cambio. Por ejemplo, si todos los días van al trabajo con un colectivo, prueben con cuál otro pueden llegar. ¿Llegarán más temprano? ¿Muy justo? ¿Unos minutos tarde? lo que les recomiendo, por supuesto es que lo hagan con la certeza de que por las dudas, mejor prevenir que curar, tengan en cuenta que no se sabe cuánto puede calcular el tiempo de viaje. Salgan con tiempo.
O por ejemplo, si están acostumbrados a estudiar de una manera, prueben con otro  método. Yo lo hice con muchos y me quedé con el que más me gustó: leer, interpretar, entender y contarlo con mis palabras. Y me ha servido demasiado. Por supuesto que he fracasado con eso de subrayar, resaltar, armar cuadros sinópticos interminables, ESTUDIAR DE MEMORIA, POR DIOS! NO!.

Cambien, chicos. Cambien de círculo (sin descuidar el anterior, por supuesto! Ellos no tienen la culpa de nuestros mambos), cambien de camino, cambien los muebles de su cuarto, la forma en la que se bañan, los géneros musicales. Aprendan, instruyanse. Que una de las mejores cosas que tenemos en la vida es el mismísimo aprendizaje, eso no nos lo quita nadie.

Cambiar implica elegir.
Elegir implica perder algo.

¿Hasta dónde querés ir?

¿Hasta dónde somos capaces de llegar con nuestra mente?

Sinceramente, suelo ser muy creativa. Debería empezar a enfocarme un poco más en aquellos rasgos positivos de mi misma y tratar de que cada problema encaja con una solución.

Recién estaba llevando el mate a la cama y ¿qué creen? toda la yerba se derramó sobre la sábana. Me quería morir. ¿Para tanto?. Hasta dónde puede llegar una metáfora.

Luego pensé "creo que ya era hora de cambiar la sábana, no creo que me haya venido tan mal que ésto suceda"

Lo malo ocurre cuando de verdad creemos que toda negatividad que se enconde dentro nuestro es capaz de matarnos literalmente. Debe haber un poco de hipocondría oculta. O quizás pienso que de verdad la vida es muy frágil. Me equivoco y demasiado.

Contamos problemas, contamos y contamos y cada vez retroalimentamos nuestra cabeza en este maldito juego. Porque quizás esperamos que la persona a la cual le contamos esto, saque su varita mágica y la apoye sobre nuestra cabeza, lográndonos curar de todo mal. Pero todo depende de nosotros, de ponerle un poco de voluntad y de ayuda. Hablar, contar sin esperar una cura, sino escucharnos a nosotros mismos.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

En mis zapatos.

Cuando se trata de un problema ajeno, ya sea de algún ser querido o alguna persona ciertamente allegada, lo primero que hacemos es opinar, dar un punto de vista, decir qué haríamos en su lugar, que no haríamos, aconsejar, criticar, dudar, subestimar, sorprendernos y muchas cosas más, pero olvidamos lo más importante. El motivo, la razón y lo más primordial aún: su posición. 

Ponerse en los zapatos de alguien, no es fácil. De hecho hasta me parece imposible. Porque a pesar de que creemos que podemos entender y comprender lo que sucede, no podemos tomarlo de la misma manera que la persona que lo padece.

Por eso opinamos, aconsejamos por bien de la otra persona que queremos, pero lamento darles una mala noticia: nunca podrán sentirlo de la misma manera. Hasta diría que aconsejar es al pedo. Ya que al fin y al cabo, sólo hará lo que cree que es mejor para ella. Así como a nosotros también nos puede pasar. 

Sí amigos, gracias por los consejos, me encantaría incorporarlos, naturalizarlos... Pero me es imposible en este momento.

Por eso a veces logramos sentir calma apoyándonos en aquellas personas que pueden que hayan pasado por la misma situación, que sientan lo que es perder a alguien, deprimirse o demás cosas. Siempre y cuando esa persona también esté dispuesta a estar mejor y las cosas que nos digan nos sirvan.

Nadie va a entenderte de hecho en un 100% en cómo te sentís, por el simple hecho de que no está en tu lugar, a esa persona no le pasó. Sino, todo sería más sencillo... ¿no creen?.

Veo que a todos nos cuesta incorporar cosas que los demás nos dicen por nuestro bien y esto sucede a lo largo de la vida. Cuando nos ven tristes, lo primero que nos dicen -las personas adultas en su mayoría- Pero sos jóven, no podes estar mal. Tenes que reírte, divertirte y vivir la vida. Como también nuestros amigos nos piden que nos relajen cuando nos ven totalmente saturados del stress. Muchachos y muchachas, a la gente que vivimos a mil con la ansiedad como estandarte, nos cuesta una inmensidad relajarnos.

Podemos probar ejercicios de respiración, hacer actividad física, leer, escuchar 10 hs de mantras en youtube para alinear los chakras y aún así, nos sigue costando y nos terminamos quedando dormidos por cansancio o directamente atravesamos un insomnio vil.

Trato de hablar conmigo misma y de hacer lo posible para incorporar filosofías de vida, ya sea de mis amigos, de mi familia o de mi novio y juro que me cuesta mucho. Los admiro y los envidio sanamente en cierta manera porque sí, porque me encantaría ser como ellos. Me encantaría que la ansiedad no exista en mi, me encantaría no hacerme la cabeza con cosas, originar miedos irracionales, llorar sin sentido, boicotearme tanto... Pero siento que no puedo o que quizás me cuesta mucho.

Por eso tal vez tengo un mecanismo de defensa que son los chistes. Como Freud diría sería más bien un mecanismo de represión. Porque toda la vida tuve esta personalidad, para los de afuera ser la persona más graciosa del  mundo, pero por dentro tengo el alma destruida. Con mis motivos a veces, y otras veces porque es cuando estando mal me siento más cómoda, porque no tengo nada que perder. Porque se nada como pez en el agua. A veces tanto boicot propio te genera esa angustia y esa ansiedad que nadie puede quitártela. Porque no podemos relajar.

Ya lo dijeron Los Piojos, "todo pasa". Y por supuesto que estoy más que segura porque no creo que haya mal que dure cien años, porque la vida está hecha llena de momentos en los que estamos bien, estamos mal, felices, tristes, ansiosos, divertidos, risueños, dormidos, despiertos, acelerados, etc. No creo estar así toda la vida, algo en el fondo debe haber. 

En cuestión, culminando y recordando el post anterior: no cambiamos del todo hasta no tocar fondo.
Y como me dijo hoy un compañero cuando le comenté "sabes, ayer decidí que voy a tomarme la vida de otra manera", Listo, entonces no vas a cambiar. Si lo pensas, no lo haces. Los verdaderos cambios se dan silenciosamente, trabajando de a uno, de manera individual, con la forma que elijas. Sabiendo que si buscas un destino, tomes el camino correcto, con baches o sin baches, con atajos o sin atajos, pero llegando al fin. Y mi destino es mi propio bienestar. No quisiera retroceder nunca más y además hay un libro que quisiera cerrar y enterrar por completo. 

martes, 10 de noviembre de 2015

A superficie.

Cuando tocamos fondo, no estamos preparados. Simplemente pasa y tarda en que nos demos cuenta, porque allí es donde descubrimos que no podemos avanzar más. Sólo nos estancamos.
Necesitamos subir a la superficie, mojados, sin aire, con ojos hinchados, desesperación.

Hoy sentí que tuve esa dosis de ahogo que necesitaba, para hacerme pensar que hasta acá llegue.
No puedo mantener más esta careta, no puedo ocultar estar mal pero tampoco puedo mantenerme así.

Hay gente que no está más, hay gente que sigue estando, hay gente que vendrá y ahí debemos estar: preparados.

Cuando las lágrimas bañan todo tu dolor, te das cuenta que estás empapado, con frío y que ya no queres más estar de esa manera. Provocarnos el propio boicot a nosotros mismos, con el arma más hiriente que tenemos: nuestra mente.

Cuando te das cuenta que las voces de tu mente, la negatividad y la tristeza no te hacen vivir la vida como uno quisiera, ahí es cuando tocaste fondo.

Cuando no podes verte o sentirte sola sin estar tranquila, sin alertarte a vos mismx, ahí es cuando tocaste fondo.

Cuando la ansiedad es más que la tranquilidad, ahí es cuando tocaste fondo.

Cuando no avanzas más, cuando no podes caminar, estás totalmente rendido y cansado de tu propia mente, de tu propio malestar, ¿que debemos hacer?. Pedir ayuda.

No somos autosuficientes, tuvimos que necesitar de varias personas para nacer; principalmente de nuestros padres. Sumados a unos extras: partera, médicos, obstetras y demás. Secundarios.

Después crecés, reís, comes, dormis, caminas, empezas a saber lo que es vivir por tu cuenta.
Pero cuando empezás a ver que algunas de aquellas cosas son tapadas por alguna cosa peor, por ejemplo la ansiedad, es cuando comienza el alerta. Algo pasa.
Y está bueno saber qué pasa, qué nos hizo tocar fondo, qué podemos hacer para volver a subir.
De qué situaciones, de qué personas debemos alejarnos. Pensar en nosotros mismos, ponernos como prioridad, como he leído y me han dicho muchas veces. Fuera del egoísmo, primero estamos nosotros.


domingo, 13 de septiembre de 2015

Soy más de hablar que de escuchar.

¡Buenas tardes a la gente linda!

Hoy mi madre me está cebando mates, de la cocina a mi cuarto. La estoy haciendo llegar bien al verano, claramente.

Hay veces en las que una charla con una amigo o amiga, puede hacerte cambiar la perspectiva o puede hacerte dar cuenta de muchas cosas que quizás antes no notabas.
Uno nace haciendo lo que le dicen sus padres y a medida que va creciendo, llega un punto en el que tiene que elegir por su propio cuero.

Recuerdo que cuando era más chica, faltaban pocos días (menos de cinco) para arrancar las clases de secundaria y yo aún no contaba con una escuela. Luego de no haber quedado en el sorteo del Julio Cortázar, mi madre me dijo "Bueno, Mariela, A vos te gusta dibujar. ¿Por qué no vas al Fader? Tengo alguien que puede hacerte entrar".

Ingresé en el 2004.

En el primer día, me enteré que eran seis años, lo que se estiraron a siete porque repetí un año. (No me canso de triunfar en la vida)
Luego a medida que pasó el tiempo, cuando terminé las clases, elegí trabajar para lograr mi propia independencia económica y no tener que depender de nadie. Mi viejo ya había fallecido en ese entonces y con mi mamá costeábamos la casa.

Llegó la época en la que tenía que elegir qué hacer para mi futuro. Y ahí es donde empieza el caos de uno.
De un lado te dicen que tenes que buscar una carrera que te deje plata, por ejemplo: Derecho, Medicina, Ingeniería, etc.
Por otro lado, si uno elegía una carrera, contabas con que la gente hable por hablar, quiera darte su punto de vista pero a modo de directa. Diciéndote "mmm, no te veo mucho, no creo que te guste mucho la carrera". No me servía.

Ojo que también, he tenido gente que me apoyaba. Hasta iban a motivarme así yo eligiese estudiar decorado en goma eva, por ejemplo

Me acuerdo que no estaba pasando por un buen momento, llevaba tiempo haciendo el duelo con mi papá, entonces cometí el error que muchas personas hacen: veía que la terapia me ayudaba pero quería saber más de  mi, quería ayudar a los demás y a que logren sobrepasar en su momento, todo lo que yo quería sobrepasar en ese instante. Elegí estudiar Psicología.

Claramente, no duré nada. Ni siquiera me motivaba el CBC.
Uno por supuesto que sabe que en una carrera, hay materias que sinceramente no nos sirven para nada, que tenemos que pasarlas para llegar a ver lo que realmente queremos ser. Y alguien alguna vez me dijo también que el más metódico termina en la Universidad de Buenos Aires.

Un cuatrimestre estuve sin saber para dónde arrancar. Económicamente, no podía bancar pagarme una privada. Entonces, elegí seguir por el camino de la UBA y opté por anotarme en Ciencias de la Comunicación.

Terminé el CBC e ingresé este año a la carrera. Pero sin embargo, a pesar de que sí, la carrera es muy linda y me gusta, comencé a ir sin ganas. A verlo más como una obligación que un placer. Ya se estaba convirtiendo en una rutina. 

Todo esto me ocurrió en los últimos 20 días que tengo en mi cabeza la palabra "cambiate".

Desde chica, que siempre quise apuntar a estudiar periodismo y locución. Mi padre siempre me dijo que tenía voz de locutora, me han elogiado bastante. Más allá de eso, siempre sentí que la comunicación fue lo mío, sumado a la música y a todo arte creativo.

Recuerdo que hace muchos años atrás, cuando era una pequeña, jugaba a que tenía mi propia radio, pasaba música. Quedaba todo en el aire, porque no se lo mostraba a nadie. Sentía que era mi vocación.

Entonces es que decidí apuntarme por esto.

Uno al dejar una carrera, siente una especie de vacío y por dentro (sobre todo en personas tan inseguras como yo) sentí un "¿estará bien?"; "¿Que pensarán los demás?". 

Sí, amigos. Siempre fui de esas personas que el qué dirán les ha quitado el sueño varias noches. Pero la verdad es que uno al fin de cuentas elige su propia vida, su propio destino y eso es lo que nos llevamos. Lo demás queda en el aire. Pueden refutarte, pueden decirte que hacés bien, que hacés mal, pueden darte directivas, pueden opinar y hasta lograr confundirte. Pero para eso nacimos para equivocarnos, volver a empezar, equivocarnos y volver a empezar. Y así repetirlo hasta que encontremos lo que verdaderamente nos haga feliz. Tu libertad no tiene precio.

Quizás mi destino sea este, quizás no. Eso solamente yo lo sabré.

Tenía ganas de hacer un descargo, una persona hace poco me dijo que escriba. Escriba todo lo que se me ocurra, más allá de que haya gente que me lea o no, es bueno descargarse de esa manera y después uno mismo leerse.

Que tengan buenas noches.

sábado, 12 de septiembre de 2015

En búsqueda de la felicidad.

Sacarte los zapatos cuando llegas a tu casa, luego de un día agotador.
Una birra con tus amigas.
Una ducha caliente, luego de una clase de gimnasia.
Caminar por la vereda del sol.
Unos mates con tu vieja.
Un abrazo de tu viejo.
Un almuerzo con comida casera de tu abuela.
Mirar un partido de fútbol con tu abuelo.
Subir a un bondi y viajar sentado.
Dormir abrazadx a tu pareja.
Escuchar música con la luz apagada.
Ver los frutos de nuestros esfuerzos.
Armar  un rompecabezas.
Engancharte con un libro.


En esas pequeñas cosas y más, podemos encontrar la felicidad.

domingo, 16 de agosto de 2015

Esperar desespera.

Uno a veces cuando conoce a alguien - ya sea amigo, pareja, familiar, etc - espera algo.
Y esa espera es sinónimo de idealizar.

Esperamos que a veces las personas se comporten de la misma manera que nosotros para con ellos.
Esperamos que siempre esté ese hombro, ese oído y esa palabra sanadora.
Esperamos que estén.

Esperar siempre desespera.

Con el tiempo me di cuenta, de que aquellas personas que dicen que van a estar en todas, no están.
Por eso, empecé a confiar más en las personas que estuvieron, sin decìrmelo jamás.

Puede ser un pensamiento egoísta, caprichoso. Pensar que solos venimos, solos nos mantenemos y solos nos vamos. Pero quizás, tal vez, uno necesita de cuando en cuando un apoyo, un sostén.

El Ser Humano, nace con necesidades. Al instante tenemos como sostén a nuestra Madre, la que mayormente cubre las necesidades de todo niño para vivir. Luego conocemos a nuestro Padre y al resto de la familia.
Al crecer, empezamos a tener amigos, conocidos, gente alrededor nuestro. Y cada uno (aunque creas que no) por más mínimo que sea, te deja algo.
También creo que toda persona que aparece en nuestra vida, tiene algo que nos deja para siempre. De manera consciente o inconsciente.
Al no estar más, por motivos cualesquiera, aprendemos a vivir sin ellos.

Supongo entonces también que el Hombre nace autosuficiente. Pero no lo quiere admitir. Siempre creemos que necesitamos a ciertas personas para poder seguir. Y primero deberíamos vernos en el espejo y saber que por lo menos nosotros estamos de pie y de a poco podemos avanzar, solos. Por nosotros.

Buscar maneras, caminos, libertades, metas.

Solos.

Los demás viene... Solo.